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Lirismo, versatilidad y jimenizmo

Ya se ha hablado de que la obra de Martha Jiménez ofrece un sinnúmero de significados según la potente simbología que contiene. También se ha reconocido el peculiar uso del sentido del humor, la ironía y el costumbrismo. Sin embargo, su discurso posee una cualidad mayor a mi entender, capaz de cautivar, enamorar y hasta hechizar al público más insensible. Me refiero al lirismo onírico, concepción que se sustenta en un tipo de poética metafórica, cauta, sutil, sensual y ensoñadora.

En algún momento la crítica se refirió a Martha como la artista plástica capaz de hacer poesía sin necesidad de las palabras. El lirismo existente en la expresión artística de esta mujer alcanza niveles altamente hipnotizadores, intimistas e intensos. Las miradas de sus figuraciones adquieren personalidad propia en cuanto se inicia el ejercicio de la recepción. Rostros atrapantes capaz de arrastrarnos a su interior para la transformación en un personaje más de la composición y devolvernos entonces a la realidad, trasmutados en seres más libres y aligerados. Dos de las piezas que a mi juicio mejor manifiestan este atinado capricho de Martha son el lienzo El viaje y la acuarela De la serie El circo.

En la escultura sobresale en este sentido la serie Conjuro del pez y dentro de ella la pieza Amén. No obstante en toda su creación podemos advertir la intención claramente buscada por la artista, lírica sí, pero acompañada de un imaginario onírico, surreal, fantástico, maravillosamente entretejido por la hacedora.

Otro de los aspectos intrínsecos del trabajo de Martha es su versatilidad, no solo por el hecho de que es virtuosa en el empleo de varios medios de las artes visuales y el uso de diferentes materiales y soportes sino también porque su obra funciona en múltiples espacios. Es un tipo de arte galerístico y museable pero al mismo tiempo decorativo, para ambientaciones variadas y en emplazamientos públicos abiertos sin perder en ningún momento seriedad, autenticidad, validez formal y conceptual, el lirismo y lo que entiendo como jimenizmo o sello y estilo propio de la autora.

Desde esta perspectiva Martha ha ido conquistando una posición y un punto de madurez que la hacen única y a la vez diversa. Sensualismo, placer estético, intimismo, lenguaje picaresco, cubaníana e identidad, hibridez cultural en específico étnica, son algunas de las adjetivaciones empleadas por la opinión crítica y popular y de igual manera se inscriben dentro del universo jimeniano.

En contraste y en diálogo con artistas que también utilizan o han empleado el volumen como parte fundamental de su quehacer quiero apuntar que Martha logra un estilo peculiar. Mientras que el llamado boterismo ha y está apostando por la exageración de la anatomía humana y animal con la intención general de realizar una crítica mordaz de la sociedad y la moral, recreándose en un sensualismo rudo, ordinario, mórbido, inerte y sarcástico, Martha está procurando trasmitir placer y goce estético desde una sensualidad grácil, evocativa, sutil, gozosa, divertida, delicada y móvil.

Otro detalle recurrente en el trabajo del volumen jimeniano a diferencia del boteriano es el empleo de la línea sinuosa, ondulante, suelta que da la ilusión de aligeramiento de la pieza ya sea tridimensional o bidimensional y que logra trasmitir movimiento, suavidad y delicadeza, más bien emparentado con el estilo de Rubens.

Los personajes jimenianos se caracterizan por ser seres liberados y liberadores, resultan simpáticos, jocosos y al mismo tiempo reflexivos con abundante contenido emocional interiormente, disfrutables y disfrutando, surreales y cotidianos porque la dualidad es parte de la vida humana per se y un ojo entrenado como el de Martha jamás dejaría escapar la oportunidad de usar esto como un recurso expresivo de sustantiva e incuestionable validez.


Por: Lic. Maydelin Leiva Delgado.
MSc. en Cultura Latinoamericana
Curadora, galerista y crítica de arte