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Retrato de Mujer

Mejor que en hotel de lujo,
Quédese en este solar;
Aquí encontrarán de sobra
Lo que allá no han de encontrar.

N. Guillén.

Para quienes están familiarizados con el decir de Martha Jiménez resulta conocida la necesidad de aguzar los sentidos si se pretende atrapar cuanto desborda su obra y es, tras cada detalle, por más simple que éste pueda parecer; Martha, como si persistiera en revelarse fiel discípula de Nicolás Guillén, sabe narrar historias de franca solidez cultural. Retrato de Mujer, como en las muestras de años anteriores, atesora un mundo cosmogónico al que sólo se podrá desde un cierto altruísmo ante la cultura subalterna, aquella que, en camino a lo que los teóricos llaman contracultura, hace validar sus propios cánones o patrones de conducta bajo los más importantes y trascendentes actos socioculturales.

Pero lo significativo en la poética de Martha, lo particular, lo que engrandece cada pieza del conjunto, es la franqueza y sencillez para revelar los rumores de la cotidianidad. Todo observador, incluso la crítica especializada, aludirá a un tema, un motivo, y hasta ubicará su producción en relación con la coordenadas del quehacer contemporáneo tanto en la Isla como en el ámbito internacional porque, indiscutiblemente, la obra de Martha forma parte de ello; mas por esta ocasión prefiero invitarles a buscar, a indagar desde cada signo utilizado, el testimonio de una mujer, de un espacio geográfico y un tiempo. No importa desde qué ángulo nos aproximemos pero no se podrá negar la presencia de una mujer cuya feminidad se desdobla en coquetería y en valentía para asumir la realidad circundante con aires de triunfo preestablecido, como si autoridad y firmeza dieran al traste con esa débil concesión de fragilidad al que con frecuencia ha sido condenado el género.

Del mismo modo, cada elemento delata el espacio geográfico en que se disfruta de la vida, basta asomarse a la rica iconografía para descubrir mujer de islas, mujer del Caribe insular, mujer que bordea la tierra firme sin abrazarla totalmente. El reto es cuestión de la contextualización temporal, de descubrir en cada atuendo el testimonio de un pasado que se resiste a ser anulado; un presente en el que se debate el reconocimiento o legitimidad de determinados detalles; y hasta la propuesta de un deber en tiempos venideros.

Retrato de Mujer corrobora el nítido interés por mirar con transparencia, desde el arte, los matices de dos universos que se funden en uno: el interior de esta mujer y los horizontes culturales que ante ella llegan, se detienen y quedan marcados por cuanto de estacionarios tienen para ella. Usted también tiene la opción de elegir, de reconciliarse con los ademanes impresos en estas piezas o rechazarles definitivamente, de cualquier modo, será un diálogo inconfesable y difícilmente superable en lo que de honestidad encierra.

Por: Marcos Tamames Henderson
Julio de 2006.